miércoles, 12 de agosto de 2015

Responsabilidad Social, una revolución por el cambio


La “responsabilidad social empresarial es una forma de gestión que se define por la relación ética de la empresa con los accionistas y por el establecimiento de metas empresariales compatibles con el respeto a la diversidad y promoviendo la reducción de las desigualdades sociales”.

Para la Organización Internacional del Trabajo (OIT), la responsabilidad social de la empresa es el “conjunto de acciones que toman en consideración las empresas para que sus actividades tengan repercusiones positivas sobre la sociedad. La gestión responsable de la empresa implica que esta actúe conciliando entre los intereses del negocio y las expectativas que de ella tiene la comunidad”. ¡Cuántos conceptos se derivan del emprendimiento social!

Servir a la sociedad con productos útiles, respetar los derechos humanos y el medio ambiente, así como invertir en la comunidad donde se desarrolla, son algunos de los parámetros por los que se rige una empresa social responsable, un término que en los últimos años se ha hecho cada vez más familiar, sobre todo tras la grave crisis económica, cuando hablar de ética empresarial se hizo más necesario que nunca.
Aunque las primeras acciones a través de las cuales se comenzó a vislumbrar desde el ámbito de la empresa una preocupación por la comunidad provienen del Siglo 19, en el marco del cooperativismo, es en el Siglo 20, y con el desarrollo del estado de bienestar, cuando surge la expresión, concretamente en la década de los años 50 en Estados Unidos.
Sin embargo, es en Europa donde el término cobró fuerza en los años 90, cuando la Comisión Europea, para implicar a los empresarios en una estrategia de empleo que generase mayor cohesión social, utilizó el concepto.

El término no está exento de controversia, como suele pasar en estos casos. Kenneth E. Goodpaster y John B. Mathews, Jr., entre otros, han formulado el siguiente dilema: las empresas multinacionales son tan poderosas que es peligroso que se inmiscuyan en temas sociales y políticos, pero también lo es que solamente se dediquen a maximizar sus ganancias.
O lo que es lo mismo, existe la posibilidad de que entrando en temas sociales y políticos, puedan aumentar sus ganancias, pero es igualmente peligroso que no se impliquen en los temas de la comunidad.
A día de hoy, en que cuatro de cada diez empresas en Europa ya es socialmente responsable, el término se haya más institucionalizado.
En torno al término RSE surge el concepto de emprendimiento social al que Socialnest se dedica a potenciar: se trata de un movimiento que pretende lograr un cambio social y un equilibrio mayor en el planeta a partir del impacto social de emprendimientos que buscan lo que se ha llamado el triple resultado, o lo que es lo mismo, proyectos que no sólo buscan un beneficio económico, sino que tienen prioridad por la dimensión social y medioambiental.
Se trata de un concepto que también surge en torno a los años 90, cuando organizaciones como Ashoka, comienzan a apoyar este tipo de nuevos emprendedores que apuestan por este tipo de proyectos basados en la inversión en la comunidad y la transformación hacia un escenario más justo, equilibrado y sostenible.
El emprendedor social invierte en una solución para un problema social o medioambiental, no busca un producto para ganar beneficios, si no que la prioridad es llegar a un lugar donde el estado u otro tipo de organizaciones ya no llega. Pero, para lograr ese fin, lo hace siendo rentable y económicamente sostenible.

Empieza a ser habitual que bancos o grandes corporaciones empiecen a relacionarse con este tipo de emprendimiento que, desde que comenzó la crisis y, con la visión que el engranaje no daba para más y los recursos del estado caían, cobró una nueva dimensión.
Una revolución que apuesta, sin agredir al sistema, por un cambio de mentalidad donde la iniciativa ciudadana por mejorar la sociedad es la prioridad.

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